La exministra del PP, Fátima Báñez, se reía de millones de personas tras informarles por carta que su pensión subiría un 0,25%. Las reacciones a esa insultante misiva no se hicieron esperar y el 15 de enero de 2018 los pensionistas vascos salían por primera vez a la calle a luchar por unas pensiones ganadas tras muchos años de trabajo.
Esta marea resurgía con más fuerza cada lunes. Hasta que el 17 de marzo se convirtió en un tsunami que azotó toda España y que estaba dispuesto a arrasar lo que hiciera falta para lograr unas pensiones dignas.
Desde ese 15 de enero, nuestros pensionistas no han dejado de luchar por unas pensiones públicas, dignas, justas y suficientes: que alcancen los 1.080 euros mensuales, que permitan jubilarse sin coeficiente reductor alguno a quienes tengan más de 40 años cotizados, que se equiparen a las pensiones de viudedad para que las personas que sólo reciban esta ultima pensión puedan vivir y no malvivir, que no se vean afectadas por las brechas de género…
Pese a su lucha incesante en la calle, en los despachos de esa gente que desconoce cual es la cruda realidad de millones de personas se va fraguando la reforma de las pensiones. Pero no para incrementarlas y beneficiar a los pensionistas sino para todo lo contrario.
El Ministro del PSOE, Jose Luis Escrivá dijo que “lo más eficaz para hacer sostenible el sistema de pensiones es que las personas trabajen más años”. Tras la ultima reforma de las pensiones la edad de jubilación se va incrementando poco a poco hasta que en el año 2027, las personas con menos de 38 años y 6 meses cotizados alcanzarán la jubilación a los 67 años. ¿De verdad quieren que trabajemos más allá de esa edad?
Este ministro también criticaba que hay un “exceso de jubilaciones anticipadas” y que “esta opción tiene coeficientes desincentivadodores no suficientemente desincentivadores”. ¿Todavía van a endurecer más el acceso a la jubilación anticipada?
Por si eso no fuera suficiente también dice que va a “extender la cobertura de planes de pensiones colectivos a más de la mitad de la población ocupada”. Es decir, aboga por planes complementarios a la pensión pública pero de gestión privada. Lo que vendría a ser un nuevo zarpazo de lo privado sobre lo público.
Se cierne también sobre nosotros la amenaza constante de la mochila austríaca, un modelo defendido por la Ministra Nadia Calviño, que consiste en que las empresas aportan fondos a lo largo de la vida laboral del trabajador que podrán ser rescatados en caso de despido o de jubilación. Este modelo sería un nuevo recorte de derechos a la clase trabajadora que tendría que padecer un despido más fácil y a coste cero para la empresa, pues se elimina la indemnización por despido, y que incrementaría todavía más la precariedad laboral.
Y mientras los pensionistas del presente luchan por nuestras pensiones ¿dónde estamos nosotros los pensionistas del futuro? ¿Qué hacemos ante este incierto panorama teñido de negro azabache?
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