Hoy, día que comienza la 29ª Conferencia de las Partes del Convenio de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP29) en Bakú (Azerbaiyán) y cuando están apunto de cumplirse dos semanas la devastadora DANA, activistas de Greenpeace desplegamos una pancarta de 140 m² en la Plaza de España de Madrid con el mensaje “COP29: FRENAR EL CAMBIO CLIMÁTICO SALVA VIDAS” y un crespón negro en solidaridad con todas las víctimas y desaparecidos en esta trágica catástrofe climática.
Angustia, desolación, incredulidad, rabia y dolor nos llegan de la zona cero del desastre. También nos llega otra cara: solidaridad, movilización social y manifestaciones pacíficas. Esta amalgama de sentimientos, destrucción y vida, ha inducido un shock difícil de olvidar a la sociedad valenciana y española. Ahora, casi dos semanas después, comenzamos poco a poco a sacar la cabeza del barro y mirar a las instituciones y a las nubes buscando respuestas. La respuesta de las administraciones se podrá poner en duda, y por supuesto serán necesarios luz, taquígrafos y depuración severa de responsabilidades, pero lo que casi nadie pone en tela de juicio es que los efectos del cambio climático nos han sacudido en Valencia con extrema dureza y directamente al corazón.
Proteger la vida de las personas por encima de los intereses económicos
No olvidemos que la ciencia demuestra con certeza que las tormentas denominadas DANAs, como otros de eventos meteorológicos extremos, van a ser cada vez más frecuentes e intensas en el Mediterráneo, cuya temperatura fuera de toda escala lo ha convertido en una verdadera bomba de alimentar tormentas. Esta DANA tiene que ser un punto de inflexión: si no actuamos con firmeza para frenar el cambio climático, volverá a pasar. Hemos despertado fuerzas climáticas y sobrepasado límites planetarios a los que no podemos adaptarnos del todo. Tenemos que intervenir, cambiar, evitar emisiones… Dejemos petróleo y gas bajo tierra. En definitiva, salvar vidas. La transición que necesitamos debe proteger la vida de las personas por encima de los intereses económicos de las corporaciones fósiles. A estas empresas debemos exigirles que paguen los costes de la emergencia climática que han provocado.
El momento es ahora
Los líderes del mundo van a decidir en la COP de Bakú si se comprometen a aumentar significativamente la financiación pública a los países afectados por la crisis climática, sobre todo del Sur Global. Son necesarios ingentes fondos para costear medidas de adaptación, mitigación y daños.
No es justo que sólo las arcas públicas corran con estos gastos, si “quien contamina paga” es cierto, son las grandes corporaciones petroleras y contaminadoras a través de impuestos verdes las que han de arrimar el hombro para salir del barro.
Exigimos al Gobierno
Mañana martes, aprovechado que el presidente Pedro Sánchez llega a la COP29, le pediremos que impulse con valentía acuerdos concretos: abandono real de los combustibles fósiles para limitar el aumento del calentamiento global a 1,5 °C, control de los lobbies petroleros y regulación de los mercados de carbono para garantizar la protección y la restauración de los ecosistemas densos en carbono.
Y hablando de España, justo en el momento en el que es urgente gastar dinero público para atender a las personas afectadas por la DANA, es también momento de exigir más impuestos a petroleras como Repsol que se benefician de la misma contaminación que destruye el clima. Esas mismas energéticas que estas últimas semanas se vanagloriaban de haber puesto de rodillas al Gobierno, que está a punto de suprimir el impuesto de solidaridad que se les impuso en 2022 para paliar los efectos combinados de la guerra en Ucrania y de la COVID19. Hemos pedido al Gobierno que convierta estos gravámenes en medidas estructurales y obligue a las empresas contaminadoras, como Repsol, a hacerse cargo de las pérdidas y los daños que sus emisiones provocan.
«Es momento de exigir más impuestos a petroleras como Repsol que se benefician de la misma contaminación que destruye el clima«
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