Con aforo completo, la conferencia impartida por el musicólogo Alfonso Vicente trazó una semblanza rigurosa y reveladora de uno de los grandes nombres de la música renacentista española
En el día de ayer se celebró en la Fundación Ávila, en el Palacio de los Serrano, una nueva sesión del ciclo “Un edificio, un personaje”, con una conferencia dedicada al compositor Sebastián de Vivanco (ca. 1553–1622), uno de los más relevantes polifonistas del Renacimiento hispano, nacido en Ávila y profundamente vinculado a su ciudad a lo largo de toda su vida. El acto, que congregó a un público numeroso hasta completar el aforo, fue impartido por el musicólogo Alfonso Vicente, quien ofreció una completa y documentada exposición sobre la vida, obra y legado del maestro abulense.
Según expuso el conferenciante, Vivanco se formó probablemente como niño de coro en la Catedral de Ávila, donde podría haber coincidido con Tomás Luis de Victoria, aunque no se ha podido confirmar documentalmente. Su carrera profesional lo llevó por diversas ciudades de la Corona de Castilla: tras una breve estancia en Lérida, ocupó el cargo de maestro de capilla en Segovia durante una década, entre 1570 y 1580. Se presentó también al mismo puesto en la Catedral de Burgos, en 1574, como queda constancia documental, aunque no fue elegido.
En 1577 regresa a Ávila, con la clara intención de establecerse de forma definitiva. Logra que el cabildo jubile a su predecesor y se le otorga una vivienda en la plaza de Santa Catalina, detrás de la iglesia de Santo Tomé el Viejo. Durante los quince años que residió en Ávila, desempeñó las funciones propias del maestro de capilla: componer, ensayar, dirigir e instruir a los músicos y cantores, así como custodiar la biblioteca musical. Si bien gran parte de su obra compuesta en Ávila se ha perdido, se sabe que tenía la obligación de componer villancicos para diversas festividades. Entre las pocas referencias que se conservan, destacan los villancicos escritos con motivo del traslado de los restos de San Segundo a la catedral en 1594, cuyo contenido fue recogido por Antonio de Cianca. En ese mismo relato se describe cómo la música fue interpretada a tres coros, reflejo de la sofisticación polifónica de la época.
En 1602, Vivanco se trasladó a Salamanca, pese a los esfuerzos del obispo de Ávila por retenerlo. Allí asumió el cargo de maestro de capilla de la Catedral Nueva, aún en construcción, y obtuvo una cátedra de música en la Universidad de Salamanca, convirtiéndose en un gran polifonista del Siglo de Oro español que alcanzó un puesto universitario. Para ello, tuvo que titularse previamente como maestro en el Colegio de Santo Tomás de Ávila. En Salamanca, además, fue contratado también su hermano, ampliando así su influencia familiar en su entorno.
Hombre culto, meticuloso y cuidadoso de su patrimonio, Vivanco amasó una considerable fortuna: realizó préstamos incluso a la Universidad, y en su testamento reconoció un hijo, a pesar de su condición clerical. Fue también litigante y defensor de sus derechos, lo que lo convirtió en una figura influyente dentro del cabildo salmantino.
Entre 1607 y 1610 publicó sus tres principales libros de música litúrgica en latín, impresos en Salamanca: el Liber Magnificarum (1607), el Liber Primus Missarum (1608) y el Motecta Festorum (1610). Estas obras reúnen más de 100 composiciones polifónicas y colocan a Vivanco entre los compositores hispánicos con mayor número de obras impresas. Sus composiciones —magnificat, misas y motetes— son un ejemplo refinado del estilo clásico polifónico del siglo XVI, con una escritura equilibrada, clara y rica en recursos contrapuntísticos.
Aunque muchas de sus piezas están escritas a cuatro voces, Vivanco también cultivó la policoralidad, componiendo obras a seis, ocho e incluso nueve voces, algo inusual en su tiempo. Esta alternancia de estilos, junto al uso de cánones y técnicas imitativas, refleja una combinación de tradición renacentista y apertura a las formas modernas que caracterizaron los inicios del siglo XVII. El verso final de sus magnificat y algunas secciones de las misas solían componerse a más voces, aportando un carácter festivo y solemne a las celebraciones litúrgicas.
Las obras de Vivanco se copiaron e interpretaron en Salamanca hasta el siglo XIX. En la actualidad, su legado ha sido objeto de edición crítica y grabaciones discográficas por parte de grupos especializados en música antigua, como La Grande Chapelle o Ensemble Plus Ultra. Su música es hoy accesible, divulgada y plenamente vigente dentro del repertorio polifónico europeo.
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