Y en el caso de la sanidad madrileña el gobierno regional lo está siendo y mucho. No porque vaya a pagar un alto coste electoral en las autonómicas de mayo dado que parten con una ventaja de salida enorme, pero si abre nuevos escenarios. El deterioro evidente de la atención primaria afecta de manera directa a muchos ciudadanos –especialmente a los más mayores– de manera irresponsable, tanto por la innecesaria «remodelación» de los servicios de los «ambulatorios» –percibidos claramente como recortes– como por la incomprensible mala planificación y posterior huida hacia adelante: «sostenella y no enmendalla».
El gobierno regional sabe que en Madrid hay cientos de miles de votantes que no usan la atención primaria de forma habitual porque pagan seguros privados de apoyo, tanto de forma voluntaria como por ser funcionarios del estado, por lo que estas medidas de limitar personal en urgencias afectan, es verdad, pero no igual a todos. Y cuentan con que una parte importante de sus votantes –aunque no les guste la medida– van a comprar el producto de la conspiración de la izquierda como suavizante y el antisanchismo como antídoto – en esto de valorar las cosas mirando al «enemigo» izquierdas y derechas se diferencian poco la verdad-.
Pero también saben o deberían saber, que acaban de dar un banderín de enganche a una oposición de izquierdas desorientada y derrotada para poder movilizar a los suyos y frenar la huidas a la abstención o a otro lado de muchos votantes cabreados por la gestión de Sánchez y Podemos. Además de generarle un problema gratuito a sus candidatos a las elecciones municipales de los pueblos donde hay recortes y que tendrán que lidiar de aquí a mayo con esa losa que se la van a repetir una y mil veces. Frente a las traiciones y meteduras de pata del Gobierno de España ahora tenemos la torpeza e injusticia de unos recortes inexplicables y como decía antes, innecesarios.
Sánchez y Ayuso vuelven a situarse en un ring de boxeo, que es donde los dos se mueven más cómodos, dejando en segundo plano a los candidatos opositores en Madrid y en España. Pero que tampoco se crea la izquierda madrileña que movilizar a los movilizables –ya convencidos de que representa el mal– contra Ayuso va a darle un vuelco a las urnas. Muchas torpezas más debería acometer en estos seis meses.
Y terminando sobre el tema en cuestión decir que estoy convencido que con la sanidad pública – como con las cosas de comer– no se juega ni se hace negocio – por muchas profundas reformas que necesite el sistema– por una simple e irrenunciable cuestión de principios. Esto debería tenerlo claro el centro derecha a estas alturas y huir de veleidades liberales, retornando al sentido común del conservadurismo que diría Gregorio Luri. Un espacio bastante abandonado y maltratado a día de hoy por cierto. El del conservadurismo digo, bueno el de la sanidad pública española también.
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