Si a alguien hay que reconocerle lo importantes que han sido para el pueblo esos son los "Blasco". Gracias a ellos hemos tenido una ventana abierta al mundo, a la cultura y, cómo no, a la imaginación, y todo gracias al Cine Blasco, que junto con el Cine Las Terrazas, tristemente desaparecido, nos ha hecho disfrutar del mundo del celuloide.
La primera película que vi en mi vida, con escasos doce años, y gracias a mi tío Andrés, fue en el Cine Blasco. El título, creo recordar, era "La noche de los muertos vivientes", la cual me produjo tanto pánico que me duró prácticamente hasta incorporarme a filas por exagerar un poco. He de reconocer que me marcó muchísimo ver salir a tantos esqueletos de sus tumbas, todos ellos muy cabreados y dispuestos a merendarse a los vivos.
Si sigo hablando del cine primigenio desde mi punto de vista, hay otra película que vi con mi padre y que no me quedó nada claro su argumento porque no entendía absolutamente nada. Esta era "Sin novedad en el Alcázar", película italiana rodada en España en 1940, y no sé la razón de por qué se repuso años más tarde en este cine. Cuando la veía, recuerdo que a mi padre le preguntaba: "Pero, ¿contra quién luchan los españoles?". Mi padre no sabía qué responderme porque la realidad es que los españoles luchaban contra los españoles, y eso que yo pensaba que los enemigos eran franceses por la manía que les tenía, no sabiendo muy bien por qué.
He disfrutado mucho en ese cine viendo los grandes estrenos del momento, donde había tortas para entrar a ver películas como Fiebre del sábado noche, Grease o La guerra de las galaxias. No todo eran comodidades, ya que los bancos de hierro, guardados todos detrás de su pantalla durante el invierno, eran horrorosos. Como aquellos baños donde siempre olía mal y parecía que se había cometido un crimen con aquella bombilla roja que los iluminaba, que parecía mas que allí se estaban revelando fotos.
Me gustaba su bar, entrañable, donde el bueno de Juan (Blasco) al que recuerdo con afecto y uno de sus hijos, , después de estar en las máquinas de proyección, se bajaba a servir las bolsas de patatas y Cocacolas, ya que nos interrumpía la peli poniendo aquello que tanto me desesperaba de: "visite nuestro bar". Puedo decir que era un hombre que no paraba, hacía de todo, arriba y abajo, preocupado por la meca del cine sotillano y al que alguna vez injustamente pitábamos porque la imagen estaba desenfocada.
Recuerdo también del Cine Blasco su cine de invierno, con su olor característico a naftalina, donde incluso he escuchado misa de domingo cuando la iglesia actual estaba en construcción, donde se proyectaban películas infumables de invierno. En ese cine de verano he disfrutado hasta en invierno cuando nos subíamos a las máquinas a buscar fotogramas que el bueno de Juan cortaba para empalmar las bobinas y que Juan Carlos (Blasco) y yo poníamos en unos visores de plástico para poder ver las escenas. O los carboncillos que producían la luz dentro de las maquinas y que utilizábamos para pintar en las paredes. El mundo del Cine Blasco me parecía un entorno mágico, por eso de la "magia" del cine.
También tenía un pequeño bar que casi nunca funcionó, y que en una época regentó mi padre y años después la familia Celada. Del primero recuerdo poco, o solo que mi padre me ponía Cocacolas o Mirindas con patatas, las cuales mojaba en ese líquido endiablado que hasta en la actualidad me tiene enganchado, y de la segunda, bastantes años después, las patatas al ajillo con vinagre que eran un manjar y que jamás he vuelto a probar, desgraciadamente.
Podría extenderme más, pero con esto ya voy servido.
Hasta la fecha, el Cine Blasco de verano sigue funcionando, pero con otros gestores.
Este edificio está situado en la calle Doctor Pedro Cifuentes 1.


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