viernes, 18 de julio de 2025

(35) CRÓNICAS SOTILLANAS - EL VENERO MAÑAS, JULIO 2025


 

¡Quién te ha visto y quién te ve! Después de los años gloriosos de Sotillo, donde todo era ambiente en los veranos interminables que hemos vivido, pasamos al abandono más absoluto. Esta es la actual piscina de El Venero.

La piscina de El Venero, para ser justos, era una de las mejores instalaciones de baño de la zona (aunque yo era más de la piscina Las Terrazas y su cristalina agua de pozo que bien sabía llevar Tomás). Su agua fría como el demonio, venía directamente de la garganta Majalobos (creo) y recuerdo que cuando era chico y tenía la piel de elefante, que es como tenemos la piel a esa edad, nos metíamos en el chorro de agua que venía directamente de dicha garganta, aguantando sus aguas gélidas hasta casi la congelación. Viendo ahora en la distancia esas cosas, creo que allí nos desparasitábamos toda la chavalería.

De las mejores cosas que tenía era su magnífico trampolín, más alto que el de la piscina de Las Terrazas, donde uno que ha sido muy de saltos estilizados como si estuviera en una olimpiada, realizaba carpas entre otras cosas que ya no me acuerdo, como si me fueran a dar un diez de puntuación.

Si tengo que poner un pero, solo podría referirme a sus tortuosas escaleras desde la fuente del bar hasta su entrada. Antes de iniciar esta ascensión bebíamos agua de la fuente que había al pie de la escalinata como para coger fuerza, ya que era muy duro el trayecto. Creo que el agua de esa fuente era de la propia piscina, pero ya saben que lo que no mata, engorda.

De El Venero también recuerdo su bar. Un bar sombrío, de mesas de piedra de molino, muy fresco, ideal para los rigores del clima, donde me quedaba absorto después de un intenso día de piscina. El bar y todo estaba regentado por Ramiro, el dueño de El Venero, y su mujer, que creo que se llamaba Feli.

Mucho más mayores, y cuando la gestión pasó a uno de sus hijos, muy amante del boxeo, llamado Eduardo, subíamos mis amigos y yo a la verbena donde ponían los grandes éxitos del momento y que nosotros con más torpeza que ganas, bailábamos en su redonda pista de baile. Hubo años que vinieron cantantes famosos que ahora no me vienen a la mente, seguramente porque para mis gustos musicales eran unos auténticos ladrillos.

El Venero me ha gustado, y a uno se le cae el alma a los pies al contemplar lo que era a lo que es. Creo que con una buena gestión hubiera podido llegar a ser un buen sitio vacacional de referencia.


Trespassos 

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