La semana pasada se aprobó en el Congreso la Ley de Cambio Climático, un documento que (con sus carencias) será la base de la descarbonización que necesitamos para frenar la crisis climática. Una de sus medidas estrella son las Zonas de Bajas Emisiones que, antes de 2023, deberán poner en marcha decenas de ciudades para reducir las emisiones del tráfico rodado. Una medida eficaz que lleva años en marcha en varias ciudades de toda Europa.

En estas zonas el acceso de los vehículos se regula según lo que contaminen. Desde hace 5 años la DGT clasifica los coches, motos y camiones con un distintivo ambiental según su tecnología (eléctrico, híbrido, combustible…) y su norma EURO de emisiones. Gracias a estas pegatinas en la ventanilla, los ayuntamientos pueden dar ventajas a los vehículos más limpios (como aparcar gratis) y limitar el acceso a los más contaminantes.

Los problemas de las etiquetas de la DGT

Clasificar a los coches según sus emisiones era una medida necesaria y positiva. Sin embargo, los fabricantes de automóviles han aprendido a aprovecharse de un sistema hecho a su medida. Así, cualquier coche nuevo tiene distintivos “verdes”, incluso los de alta gama o los más pesados e ineficientes, como los SUV.

La etiqueta “ECO” se convirtió en un coladero para un conjunto de tecnologías que no tienen nada de ecológico, como el gas natural. También son ECO los falsos híbridos que con una pequeña batería ya logran un distintivo más “ecológico” que turismos de gasolina más pequeños y eficientes.

Los agujeros de este sistema van más allá: la etiqueta CERO emisiones abarca los vehículos eléctricos puros (de batería o de hidrógeno) pero también a los híbridos enchufables, unos coches con motor de combustión que funcionan con gasolina si no están recargados. ¡Sí, hay coches “cero emisiones” con tubo de escape! De locos, ¿verdad?

Y con la nueva Ley de Cambio Climático, tenemos un nuevo desafío. Según la ley, las Zonas de Bajas Emisiones serán una herramienta clave para reducir las emisiones de CO2. Pero las actuales etiquetas no miden el CO2 emitido, sino contaminantes locales (como NOx o partículas). Y ciertos coches, sobre todo los más grandes, pueden emitir muy poco NOx pero son muy ineficientes con el CO2. ¿Cómo vamos a controlar las emisiones de CO2 si no se incluye esta sustancia entre los criterios ambientales de la DGT?

La propuesta ecologista para el etiquetado ambiental

Los fallos de los distintivos actuales son bien conocidos y, por este motivo, desde la DGT se está procediendo a revisar y actualizar los criterios. Pero sabemos que los fabricantes de coches van a vigilar para asegurarse que cualquier coche nuevo mantenga sus privilegios, incluso los más ineficientes. Las nuevas Zonas de Bajas Emisiones pueden convertirse en una medida inútil si permiten circular a vehículos más contaminantes de lo que dicen ser.

Desde varias organizaciones ecologistas (ECODES, Ecologistas en Acción, Greenpeace y Transport & Environment) hemos elaborado una propuesta para mejorar los distintivos ambientales, acabando con los agujeros del actual sistema y estableciendo unos criterios que garanticen que solo los vehículos más limpios obtienen la mejor clasificación.

Algunos de los cambios más importantes de nuestra propuesta, que puedes ver en el cuadro anterior, son los siguientes:

  1. Mantener la actual clasificación para los vehículos A (sin etiqueta), B y C.
  2. Limitar el distintivo CERO como categoría más limpia únicamente para los vehículos con emisiones nulas ‘in situ’ como son los eléctricos puros y los de pila de combustible de hidrógeno. Si tiene tubo de escape no puede ser cero emisiones.
  3. Sustituir el actual distintivo ECO, eliminando así la confusión actual en el imaginario colectivo, e incorporando un nuevo distintivo D que permita distinguir a los vehículos de combustión interna más eficientes y menos contaminantes.
  4. Incorporar un umbral de emisiones de CO2, de manera que para cada categoría se han de cumplir tanto los requisitos de norma Euro correspondientes como un determinado tope de emisiones de CO2, siempre medidos bajo estándar WLTP.
  5. Por último, modificar los colores otorgados a cada distintivo reservando el color verde a la categoría CERO, al ser el color que tradicionalmente se identifica con los valores medioambientales.

La propuesta que lanzamos hoy a la DGT se basa en el rigor técnico y la objetividad, priorizando el impacto ambiental sobre los intereses de los fabricantes, las petroleras y las gasísticas. Porque cuando una persona compra un vehículo, tiene el derecho de obtener una información transparente y asegurarse que, si se compra un vehículo “ecológico”, no le estén dando gato por liebre. Y por eso, no podemos dejar que nuestras ciudades pongan en marcha medidas que resulten ineficaces por tener una mala clasificación de partida.

¿No crees? ¡Te leemos en los comentarios!