• Galicia se enfrenta a una de las mayores amenazas medioambientales de las últimas décadas. La empresa Altri quiere instalar una descomunal planta de celulosa en las inmediaciones de una de las escasas zonas gallegas englobadas en la Red Natura. Esta gigantesca factoría se tragaría más de 46 millones de litros de agua, tanto como toda la provincia de Lugo

  • La empresa, que ya acumula algunas sanciones, pretende financiar su despropósito a golpe de ayudas públicas. A cambio, la compañía ya anuncia que emitirá a la atmósfera azufre, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado, para lo que instalará una chimenea de 75 metros de altura al lado del Camino de Santiago

  • En la trama no podían faltar las puertas giratorias: una ex-conselleira trabaja para Greenalia, la empresa española que acompaña a Altri en esta carrera alimentada con madera de eucalipto, el monocultivo que está destrozando el noroeste

La última amenaza contra la maltrecha naturaleza de Galicia tiene unas dimensiones difíciles de imaginar. Se trata de un proyecto para construir una megaplanta de celulosa en Palas de Rei, un tranquilo concello de Lugo en el corazón de la comunidad.

Los datos de la propia empresa son estremecedores. La factoría ocupará diez veces la superficie de Ence en Pontevedra y sus instalaciones afectarán a más de 800 parcelas, muchas por la vía de la expropiación. La autodenominada “biofábrica” –prefijo que insulta a la inteligencia colectiva– requerirá una captación de 46 millones de litros de agua al día, tanto como consume toda la provincia de Lugo, y un permiso de vertido industrial al río Ulla de 30 millones de litros al día de aguas residuales contaminadas y previamente tratadas, o maltratadas. En su solicitud de captación a Augas de Galicia, por un período de 75 años, no ha tenido ni siquiera en cuenta las proyecciones futuras de cambio climático y posible escasez de agua.

La ‘biofábrica’ ha solicitado verter al río Ulla unos 30 millones de litros de agua contaminada y tratada

Una chimenea de 75 metros para emitir azufre

La gigantesca fábrica, que utilizará únicamente madera de eucalipto, tendrá una capacidad final de producción anual de 400.000 toneladas de pulpa de celulosa y 200.000 de Lyocell, además de otros subproductos como biomasa y yeso. También prevé que sus emisiones a la atmósfera sean de azufre, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado, para lo que instalará una chimenea de 75 metros de altura como único foco emisor. La majestuosidad de la torre homenaje del castillo de Pambre, a muy poca distancia y en pleno Camino de Santiago, tendrá difícil competir con semejante mole.

Las afecciones ambientales no terminan aquí. Para empezar, la ubicación escogida es indecente. El proyecto implica la creación de un enorme polígono industrial que lindará con un espacio de la Red Natura (ZEC Serra do Careón). Pero es que esos terrenos fueron parte de las propuestas de ampliación de la Red Natura en 2008 y 2011 por parte de la propia Xunta. Albergan varias especies en peligro de extinción, endemismos únicos en el mundo y hasta 17 especies que deben ser objeto de medidas de conservación según la Unión Europea. Es escandaloso comprobar cómo lo que en 2011 era la silueta de una zona a proteger hoy coincide exactamente con el perfil de la instalación.

El peligro que supone la celulosa no se restringe a Palas de Rei. La captación y vertido de aguas en el río Ulla, la segunda cuenca en importancia de Galicia, serán una amenaza constante para las explotaciones agroganaderas de la zona, muchas produciendo en ecológico, para otros espacios de la Red Natura aguas abajo, como el ZEC Sistema Fluvial Ulla-Deza, y sobre todo para la Ría de Aro

250 millones de dinero público y puertas giratorias

¿Cómo financiar semejante atropello? Qué mejor que pedir dinero público para ‘emprender’. La promotora es la portuguesa Altri, que ya cuenta con tres pasteras en el país vecino, pero que durante el proceso se ha transformado en Greenfiber S.L., una sociedad de nueva creación en la que participa, con un 25%, Greenalia. Esta última es la empresa de renovables que abrió la puerta giratoria a la ex-conselleira de Medio Ambiente Beatriz Mato. Nadie ha explicado aún si esta operación, que la Xunta declaró como “no sustancial”, tiene que ver con disfrazar a Altri de pyme gallega para facilitar el acceso a los fondos europeos Next Generation correspondientes al Estado español. 

En sus previsiones Altri espera obtener una cuarta parte de la inversión total de estos fondos públicos, unos 250 millones de euros. Casi nada. Sería muy difícil de explicar el destino de fondos de recuperación, transformación y resiliencia a una industria que, como veremos, no parece cumplir el Principio DNSH (Do No Significant Harm, no causar daño significativo), condición indispensable para vigilar que el destino del dinero no afecte a cuestiones como la “protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas” y el “uso sostenible y la protección de los recursos hídricos y marinos”.

Desde los primeros anuncios de la Xunta celebrando las intenciones de Altri en 2022, hemos visto que lo que pregonaron como “un proyecto innovador y ambicioso para producir Lyocell, un tejido de alta calidad, más ecológico que las fibras artificiales” se ha revelado como lo que es, una celulosa encubierta.

Más eucalipto

En este camino sin sentido, en el que la propuesta estrella de “desarrollo sostenible” que nos presenta la Xunta es la industrialización del medio rural y la insistencia en fomentar una cadena productiva de la madera de muy bajo valor añadido –Ence exporta el 96% de su pasta celulósica al norte de Europa–, es lógico sospechar que la megapastera pueda agravar la eucaliptización del país, hoy ya dramática. La permisividad con estos monocultivos ha puesto en franco peligro la integridad ecológica de todo el noroeste peninsular.

«Es lógico sospechar que la megapastera pueda agravar la eucaliptización del país, hoy ya dramática»

De hecho, la empresa indica que en una primera fase producirá aproximadamente la mitad de su capacidad total, para lo que necesitará alrededor de 1,2 millones de toneladas de eucalipto al año, por lo que a pleno rendimiento estaríamos hablando de 2,4 millones de toneladas, casi el 40% de lo que se cortó en Galicia en 2022. Con su llegada, serían ya dos las celulosas instaladas en Galicia, a lo que habría que sumar la de Ence-Navia (Asturias), que se surte en gran medida de eucalipto de A Mariña lucense y el gigante luso Navigator, que también compra y alquila parcelas de eucalipto en Galicia y Asturias. La ecuación está clara: más competencia, más precio, más eucalipto.

Sobre inflamabilidad del paisaje y la fabricación compulsiva de Lyocell para alimentar la moda rápida, según la ONU la segunda industria más contaminante del planeta, hablamos otro día. Porque son muchos más los miedos que surgen con un proyecto tan descabellado.

Seguiremos luchando

Aún duele el golpe del Tribunal Supremo, que indulta la infame planta de Ence en la ría de Pontevedra, pero seguiremos luchando en el Tribunal Constitucional para sacar a ese monstruo de la ría de Pontevedral. De igual manera, apoyaremos en la medida de nuestras posibilidades a todas las personas y organizaciones que, como la Plataforma Ulloa Viva, creen que este modelo socioeconómico de crecimiento infinito que nos proponen, extraordinariamente agresivo con el medio natural, no encaja en absoluto con los límites ambientales de Galicia. Y del planeta.