martes, 22 de julio de 2025

(40) CRÓNICAS SOTILLANAS - PLAZA DE MELILLA, JULIO 2025



 


Podría llegar a decir que la Plaza de Melilla de Sotillo era mi PlayStation, ya que los niños de mi época no necesitábamos estas "maquinitas" (porque no existían, claro) para disfrutar del momento. Solo con el dicho aquel de: "las calles para correr y los cantos para tropezar" teníamos bastante.

Mi recuerdo de esta plaza empieza por los vecinos. La señora Domi, cuyo hijo creo que se llamaba Daniel, en una esquina. Esta casa se ha tirado hace bien poco, luego una casa grande en lo que hoy ocupa la tienda de electrodomésticos, que constaba de casa baja con oficina (porque allí se gestionaban papeles) y un precioso jardín lleno de flores de la familia conocida como "los calabaza". Víctor Rodríguez (tío alegre y simpático como nadie) con su carnicería y también venta de muebles, con cuyos hijos, Gustavo y Carlos, yo jugaba. Y en una esquina donde hoy está La Caixa, uno de los hijos del dueño de la piscina Las Terrazas, Eduardo, que vendía piensos, creo recordar, y hacía vino dulce cuando era la temporada. Y luego, subiendo hacia la Plaza de Arriba por la calle Cabo Vicente Barderas, mi amiga también de juegos, Mariángeles. Pero el edificio importante, por decirlo de alguna manera, es donde está la oficina de turismo hoy, antes Correos, que era la casa de Teléfonos donde yo vivía.

La Plaza de Melilla tenía una gran vida. Era como otro centro más de Sotillo, ya que era el paso casi obligado a la Plaza del Generalísimo, hoy Plaza de Abajo, y a la Plaza de Arriba. También era el paso de los obreros de una de las fábricas que existían, la de los Reginos (o la de madera, que no recuerdo), que con sus chaquetillas al hombro ocultaban los troncos de madera al salir cuando en su chimenea, a la una exacta de la tarde, pitaba para terminar la jornada laboral de la mañana.

De Teléfonos guardo gratos recuerdos, sobre todo en verano, cuando se abrían las ventanas de par en par para "robar" algo de fresco al día y donde todo el mundo se asomaba para saludar a las telefonistas (una llamada Ana y luego hijas de Manolo, el de La Perdiz Blanca). Por las noches era algo muy parecido, ya que mi madre sacaba las sillas al fresco, mi padre la tele, y todo el mundo se paraba también a saludar, y ni veíamos peli ni veíamos ná.

De la propia plaza me viene a la cabeza los caballitos, que yo creo que era la primera vez que se ponía algo así en el pueblo, los cuales nos regalaban fichas para montar por las molestias. Estos repitieron durante varios años. Y las noches de las luminarias, que en la plaza se hacía una con muebles viejos y el tomillo que cogíamos cuando pasaba por la Cuesta de Botero (por mí conocido hasta hace bien poco como la Cuesta de Gotero) la procesión del Corpus. Ese día era el mejor del año, era un día mágico por el fuego y por saltar las llamas, como siempre, con los amigos.

La Plaza de Melilla era nuestro barrio, en él he disfrutado muchísimo en la mejor infancia que uno puede tener. Gracias a todos esos amigos con los cuales he compartido grandes momentos, hoy entrañables.

 

Trespassos

2 comentarios:

  1. Pedías una conferencia con Madrid y podía tardar horas, las telefonistas quitando, poniendo clavijas y escuchando todo lo que se contaban en el pueblo. El ángelus de las 12 y la sirena de la 1, veranos inolvidables 🙂

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  2. Así es, te decían, hay demora de media hora , o hay demora de 3 horas.

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