Decimos que un mensaje o un vídeo se hace “viral” cuando se difunde a través de la redes a una velocidad que crece de manera exponencial y que acaba en el timeline o en la bandeja de entrada de miles o millones de personas. Cuando esto ocurre con un bulo o una noticia falsa, el empleo de este adjetivo es especialmente acertado, puesto que el “contagio” sigue una dinámica muy similar a la de la propagación de un virus. Es viral porque se contagia como un virus.
Al igual que las epidemias, el fenómeno de la desinformación no es nuevo, ocurre desde que existe la comunicación de masas. Pero la crisis de los medios tradicionales y la eclosión de las redes sociales ha supuesto un caldo de cultivo idóneo para la viralización de las fake news, que en los últimos años ha ido adquiriendo tal dimensión y alcance que amenaza la cohesión social, precisamente en un momento histórico en el que necesitamos más que nunca toda nuestra inteligencia colectiva para imaginar soluciones comunes que no dejen a nadie atrás.
De hecho, con ocasión de la crisis del coronavirus hemos asistido a un nuevo repunte de los bulos en torno a su origen, curación o medidas tomadas para abordarla. Se dice que este virus solo lo pasaremos estando unidas; pero la realidad es que la desinformación trabaja en un sentido contrario, porque polariza nuestras sociedades y socava nuestro derecho fundamental a recibir información veraz, uno de los pilares de cualquier sociedad democrática.
El comportamiento de las fake news en redes sociales ha sido ya ampliamente estudiado: hoy podemos conocer cómo funciona su propagación y empezamos a vislumbrar cómo podemos frenar esta curva de contagio de noticias falsas. Para ello, al igual que para confrontar el coronavirus, necesitamos mecanismos de alerta temprana que permitan identificar el bulo y cortar la cadena de transmisión.
Es por ello que WhatsApp, una de las principales vías de acceso a la información entre la población española y cuyo uso se ha disparado durante el confinamiento, ha tomado medidas recientemente para reducir la propagación de noticias falsas, reduciendo la posibilidad de reenvíos masivos en su plataforma de mensajería. Aprovechando la falta de exposición pública de los mensajes, esta aplicación es precisamente una de las vías más utilizadas para generar desinformación. Por ello, esta decisión ha sido objeto, valga la paradoja, de una nueva campaña de desinformación en torno a una supuesta censura, que ha obligado a la plataforma a emitir un comunicado en el que explica estas medidas de contención de bulos, basadas en el número de reenvíos y no en el contenido de los mensajes.
Pero por encima de todo, tal como hemos aprendido en esta pandemia, necesitamos la colaboración de toda la sociedad para protegernos y proteger a las demás. Y es que tan importante es protegerse para no ser contagiado como poner barreras para proteger y no contagiar al resto. Esto significa, manteniendo el paralelismo, generar una cultura de precaución en redes sociales y poner “en cuarentena” los mensajes sospechosos que recibimos (capturas de pantalla, titulares escandalosos, noticias sin enlaces o con enlaces a medios de dudosa reputación, etc.). Aquí te recordamos algunos consejos básicos para protegerte del virus de la desinformación.
Tu colaboración es fundamental para evitar que las redes se conviertan en un hervidero de fake news, ¡frenemos su curva de propagación!
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