Hoy estamos en plena Semana Santa. En otros años, los informativos nos hablaban de carreteras atascadas, colas en los aeropuertos y playas llenas. Este año no será así. Algunos, con suerte, habrán orientado las vacaciones de primavera hacia el turismo de proximidad. Mientras tanto, muchos guardan las esperanzas para poder viajar este verano y así cambiar de aires, o volver a encontrarse con esas personas a las que hace tiempo que no vemos. Todo llegará.

El parón mundial que ha provocado la pandemia de Covid-19 ha provocado una profunda reflexión sobre cómo afectará al movimiento de personas en el futuro. Hay quien augura una rápida recuperación, incluso un ‘efecto rebote’ que hará que viajemos más aún cuando se levanten las restricciones.

Pero las previsiones oficiales no son tan optimistas. Las restricciones o el fomento del teletrabajo pueden hacer que tardemos varios años en volver a registrar la movilidad pre-Covid, sobre todo a nivel internacional. Este impás puede servir para darle la vuelta a un sistema de transporte que hasta ahora estaba agravando la crisis climática. Una amenaza preocupante para los estados que ven peligrar sus compromisos climáticos por unas emisiones que lejos de reducirse, aumentaban cada vez más.

El tren es la mejor alternativa al coche y al avión

En Europa lo saben bien y por eso desde la Comisión Europea han decidido que nuestro transporte debe afrontar un cambio sin precedentes. Y para ello van a poner al ferrocarril en el centro de este nuevo modelo, empezando por declarar este 2021 como el Año Europeo del Tren.

¿Y por qué el tren? Porque nuestro transporte de larga distancia está dominado por la carretera y el avión y las mercancías terrestres se transportan casi siempre en camiones. Este enorme consumo de combustibles fósiles daña a nuestro clima y a nuestra salud. Aquí el tren se posiciona como una alternativa viable para viajeros y mercancías, con un impacto mínimo en comparación. La semana pasada la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) presentó una evaluación donde sentenciaba que “el ferrocarril es la mejor y más razonable forma de viajar, tras los viajes a pie y en bicicleta.”

Obviamente, el peatón y la bicicleta son las formas más eficientes de moverse en distancias cortas. Pero para reducir las emisiones del automóvil y la aviación necesitamos transportes eficientes energéticamente, cero emisiones y con gran capacidad tanto de personas viajeras como de mercancías. Y ahí el tren, cuando es eléctrico y alimentado por fuentes renovables, es la mejor opción.

Las demandas de Greenpeace para fomentar el tren

Sin embargo, hace falta más que buenas palabras y declarar un año europeo para potenciar el tren como modo de transporte. La pandemia está afectando a la viabilidad de las compañías ferroviarias, que han recortado servicios e incluso amenazan con clausurar algunas líneas. Y al mismo tiempo, los gobiernos están dando subvenciones multimillonarias a las aerolíneas y los fabricantes de coches, sin pedirles ninguna condición climática, y siguen pensando en construir más autopistas y aeropuertos.

Apostar por el tren es una de las mejores formas de luchar contra la crisis climática, pero necesitamos inversiones y políticas coherentes que faciliten su uso. Por eso, desde Greenpeace pensamos que este Año Europeo del Tren debe ser un punto de inflexión hacia una Europa conectada por tren que no deje a nadie atrás y demandaremos las siguientes acciones a la Comisión Europea y los Estados durante este año:

  1. Recuperar y establecer nuevos servicios diurnos y nocturnos para construir una verdadera red europea a comenzar desde este mismo año 2021, coincidiendo con la recuperación de la movilidad post-Covid.
  2. Invertir en mejorar la red actual (política ‘Repara Primero’) y en remodelar o construir trenes que puedan ser interoperables entre las distintas redes.
  3. Hacer que viajar en tren sea más fácil y asequible que el avión, acabando con los subsidios a las aerolíneas y suprimiendo los vuelos cortos cuando exista una alternativa competitiva en tren.
  4. Trenes más accesibles, también para personas con movilidad reducida y grupos o familias, así como facilitar la intermodalidad de las bicicletas en el tren, con más plazas y eliminando las actuales restricciones.
  5. Crear un sistema único de reservas a escala europea, haciendo que comprar un billete de tren desde casa sea tan fácil como uno de avión, sin importar el país.

Hoy veremos a los ministros y ministras europeas de transporte hablar mucho sobre las bondades del tren. Pero nosotros estaremos muy atentos para que sus palabras se traduzcan en políticas y soluciones concretas. Para que cuando volvamos a viajar, sea más fácil hacerlo de forma limpia, sostenible y sobre raíles.

¿Te subes?