En el 2018, cuando lanzamos la campaña internacional de Greenpeace para reducir la producción y el consumo de carne y otros alimentos de origen animal a nivel mundial, nos parecía casi imposible llegar a ver en España unas recomendaciones alineadas con criterios nutricionales y ambientales actualizados y alineados con las demandas de la ciencia. Respecto al consumo, pedíamos que se consumiera un máximo semanal de 300 gramos a la semana y en 2019 vimos como esta demanda fue respaldada por la ciencia. Pues lo imposible solo cuesta un poco más y esto es ahora una realidad en España.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) aprobó a finales de julio en su Comité Científico el informe con las nuevas recomendaciones dietéticas sostenibles y recomendaciones de actividad física para la población española y… ¡establece que se debe consumir un máximo de tres raciones de carne – preferentemente blanca (aves y conejo, la de cerdo es roja a pesar de que la industria cárnica nos quiere convencer de que es blanca) – a la semana! Según el informe, esto significa un consumo semanal de 300-375 gramos de carne.

Esto es más que necesario en España, pues según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo de carne en España es casi el triple de lo que pide la AESAN y si miramos los datos de la FAO, mucho más completos – la del Ministerio no incluye por ejemplo el consumo en comedores colectivos -, nos colocan en un consumo de unos 275 gramos ¡al día! y nos pone en la primera posición del podium de consumo de carne en la UE.

El consumo de carne en España es casi el triple de lo recomendado y la FAO nos coloca coloca como el país europeo con mayor consumo de carne por persona.

Una guía que contempla los límites del planeta

Pero la necesidad de reducir el consumo de carne es solo una parte del informe y hay muchas otras recomendaciones que son todo un logro para nuestra salud y para el medio ambiente. Cabe destacar la importancia que por primera vez se da a los criterios ambientales en las recomendaciones dietéticas y se puede leer en muchos tramos referencias a la sostenibilidad y a la necesidad de adecuar nuestro patrón de consumo a los límites del planeta y literalmente que los alimentos de origen animal tienen un “elevado impacto ambiental”, algo sobre lo cual desde Greenpeace venimos alzando la voz desde hace muchos años, muy en particular apuntando a los impactos del destructivo modelo de ganadería industrial y sus macrogranjas.

Lo peor, bajo nuestro punto de vista, es lo relacionado con el pescado, cuya extracción o pesca también puede ser insostenible, dependiendo del tipo de pesca. En este punto se habla de la necesidad de hacer un consumo moderado, pero no se establece un tope máximo sino un mínimo (3 o más raciones a la semana), lo que es un sin sentido, teniendo en cuenta la pesca de arrastre bombea cada año 1000 millones de toneladas de dióxido de carbono. Tampoco se indica de dónde debe proceder ese pescado o como ha sido capturado. Estos dos puntos son muy importantes ya que nos ayudan a identificar la sostenibilidad del producto.

Ahora cabe esperar que también el modelo de producción se adecue a estas recomendaciones y que más pronto que tarde se frene la expansión desmesurada de la ganadería industrial y se reduzca sustancialmente la cabaña ganadera en intensivo en España y que esos alimentos de origen animal que se consuman provengan de la ganadería extensiva de base agroecológica. Esto tampoco es imposible, y algunos países de nuestro entorno ya lo están planteando.

Pero ahora es urgente que estas recomendaciones no caigan en el olvido o en el hondo cajón de las buenas intenciones. Es urgente que se apliquen y se trasladen a todos los ámbitos de la alimentación, tanto privada como pública, y el primer paso es que el futuro real decreto para fomentar la alimentación sana y sostenible en los centros educativos, impulsado por el Ministerio de Consumo, incorpore estas recomendaciones.

Dieta sana, planeta sano, esto lo repetimos mil y una veces y seguimos creyendo profundamente en ello. Seguiremos trabajando para que sea una realidad y para ello pedimos de nuevo tu apoyo. Si aún no has firmado nuestra petición para acabar con las macrogranjas, hazlo ahora. Estamos muy cerca de las 500.000 firmas, lo que ya es todo un logro.