La fuerza de la realidad me hace recordar.
Este temporal de viento y lluvia que sufro en el momento en el que escribo esta colaboración me mata. Este viento sin sentido que me golpea por todos los lados me recuerda la famosa película Forrest Gump cuando el protagonista describía la lluvia en esas guerras sin sentido que organizaban los americanos, diciendo que llueve de arriba, de un lado, del otro y por debajo (mas o menos), y esto es el Cierzo, un aire criminal que como he dicho antes te da por todos los lados sin contemplaciones. He de confesarles que no ha sido así siempre; de pequeño en las escuelas del Calvario (nombre que le va como anillo al dedo a este antiguo centro educativo porque para mi era todo un calvario asistir a clase, bueno se llamaba Colegio Nacional Mixto de Sotillo de la Adrada) cuando yo era un zagal con piel de color aceituna y soplaba este viento traidor, las estufas de leña revocaban todo su humo y nos llenaban las clases del mismo (era lo más cerca que habíamos estado nunca de sentir gravedad cero) lo que nos hacía salir al patio hasta que todo eso se aireara. Esta algarabía expresada por cientos de gargantas juveniles era el único valor positivo que le ponía yo a este maldito viento.
Ahora que ya no hay estufas de leña, ahora que estamos inmersos en el calor azul, calderas de gas natural, de gasoil o de biocombustibles entre otros, este maldito viento no tiene ningún sentido por lo menos para mí (que me perdonen los ecologistas porque sé que sin viento este planeta no existiría) porque así lo siento y se lo tenia que contar.
Trespassos
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