La historia da para todo. Para lo uno y para lo otro.
Goebbels es la actualidad.
La falta de información en las generaciones anteriores provocaba el desconocimiento general de todos aquellos temas que no eran del día a día y próximos al individuo.
Los que tenían información, porque habían estudiado, porque eran lectores inquietos, porque eran próximos a ambientes culturizados o bien porque pertenecían al círculo del poder o de la influencia, se encontraban en posesión del conocimiento a través de la información.
Hoy tenemos claro que quien maneja la información maneja el poder. Ya no juega tan importante papel el conocimiento. Personajes no necesariamente cultos influyen en los demás mediante la información. No está abierto el canal del conocimiento, es evidente, pero está de par en par el canal de la información.
RECIBIMOS mucha información de nuestro coronavirus, mucha información de las economías mundiales, mucha información de la vida de nuestros políticos (bueno y de los concursantes de los programas que nos “entretienen”). RECIBIMOS información del tiempo, información de conflictos alejados, información de lo que se mueve en nuestro entorno, de las leyes que se promueven y de las que se aprueban, de los cambios, o no, en nuestro medio ambiente…
Es una lluvia de información que cada vez se parece menos a la de una regadera y se parece más a la que sale una manguera. La primera va calando mientras que la segunda desborda, rellena, arrasa. ¿Os dais cuenta de que un gran porcentaje de esa información nos viene del mismo orificio? Es una manguera. La maneja muy poca gente, un grupo reducido de interesados poderosos. La inmensa mayoría nos llega de nuestra conexión a internet, de los medios electrónicos. Y nos conformamos.
Los que manejan no se conforman. Aquí viene lo de Goebbels, el ideólogo de la propaganda nazi:
“Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es su comprensión, escasa; además tiene gran facilidad para olvidar”
¿No nos suena esto a algo familiar? Las noticias falsas (se puede buscar en el traductor cómo se dice en inglés), los bulos, la sobresaturación de las redes con mensajes, la manipulación de aquello que interesa llegue a nuestro cerebro disfrazada de información.
Si dispones de 500€ podrás enviar decenas de miles de mensajes con aquello que quieras difundir entre los que quieran y los que no quieran recibirlos. ¿Imaginas qué hacen los que tienen miles de euros sin que les duela gastarlos y unos intereses oscuros?
De eso va la “libertad”, la “invasión”, la “ilegitimidad”, “la violencia intrafamiliar”, la “peligrosidad social”, la Okupación de viviendas” y tantas palabras que nos llegan en mensajes a nuestro dispositivo electrónico.
Es información, pero si no lo procesamos no es conocimiento. Nos va atontando, sí, eso, atontando.
La comida que recibe una oca mediante un embudo no es alimento; es manipulación malintencionada.
Hay grupos que han heredado, además de su ideología, de su estética, los métodos de su ideólogo manipulador y asesino, de Goebbels el Nazi.
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