Según información recogida en el Diario de Ávila de fecha 14 de abril, los refugiados ucranios
acogidos en nuestra ciudad, en las instalaciones de Naturávila, se encuentran en unas condiciones
lamentables.
Según se relata en la información de la prensa estos refugiados han dirigido una carta de queja al
Ministerio, que será quien debe interesarse por el tema y poner soluciones. Pero en lo que toca a
nuestra ciudad y en su actitud solidaria, queremos llamar a una solución pronta de la situación.
Relatan los refugiados falta de espacio, hacinamiento en los dormitorios, falta de intimidad, falta de
espacios de expansión. Las instalaciones están pensadas para acoger a niños, pero ellos son grupos
familiares.
Especial atención merece la queja de falta de atención a los niños, que no disponen de espacios
adecuados para hacer tareas escolares, ni zonas de esparcimiento.
Incluso relatan problemas con la alimentación de los niños y de los mayores.
La aplicación del principio de solidaridad, tan necesario en todas las ocasiones y que en situaciones
que todos guardamos en la memoria ha fallado de manera estrepitosa y clamorosa (refugiados sirios,
afganos, somalíes, subsaharianos,…) debe ser algo más que motivo para titulares de medios de
comunicación.
Instamos desde Izquierda Unida a las instituciones provinciales, diputación y al Ayuntamiento así
como a todos los organismos que actúan en esta situación, asuman de manera eficiente su
responsabilidad que por justicia y por elección les compete.
Las asociaciones que les acogen, Cruz Roja, Accem y otras, necesitan ayuda institucional y
económica, pero también supervisión e inspección.
Son muchos los dineros que destina España en la Unión Europea para que no nos lleguen inmigrantes
que huyen de otras guerras menos sentidas por nuestros gobernantes y una parte de nuestra sociedad.
Ya que en esta ocasión, esta guerra injusta en Ucrania, ha despertado la sensibilidad que algunos
tenían dormida o aparcada, sería despreciable que a la hora de la verdad, en el momento de ayudar a
solucionar los problemas prácticos de estos inmigrantes, faltasen apoyo e interés.
Recordemos que hay miles de refugiados, pertenecientes a nuestra misma especie humana, en
Turquía o en Marruecos o en Libia, esperando que les reclamemos y les hagamos un sitio entre
nosotros.
Es posible que nuestra sociedad despierte y descubra lo enriquecedora que sería la aportación de la
convivencia y de la ayuda que nos proporcionarían todos esos inmigrantes.
No importa que tengamos en el gobierno de Castilla y León personas de mente estrecha y prejuicios
peligrosos. Los abulenses, como el resto de los humanos, siempre hemos sabido que tenemos
obligaciones con la solidaridad.
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