• Solo 20 empresas alimentarias han repartido dividendos por valor de 53.500 millones de dólares; es más dinero del que hace falta para salvar a 230 millones de personas vulnerables.
  • Solo 4 empresas, conocidas como el ABCD (por sus siglas), acaparan entre el 70 y el 90 por ciento del comercio mundial de cereales. Además, usan prácticas de mercado enormemente opacas.
Artículo de opinión por Davi Martins.

No es ninguna novedad que las grandes corporaciones y los intereses de unas pocas personas acaudaladas dominan el siglo XXI. Por lo que no nos debería sorprender pillar a las grandes empresas lucrándose gracias a dos de las mayores crisis mundiales desde 2020: la pandemia del coronavirus y la guerra de Ucrania. Pero sí nos debería enfurecer. Un nuevo informe de Greenpeace Internacional muestra cómo 20 de las mayores empresas agroalimentarias del mundo, las más importantes dentro de los sectores del cereal, de los fertilizantes, de la carne y de los productos lácteos, explotan su enorme poder para ofrecer beneficios obscenos a su accionariado, mientras millones de personas se enfrentan a la pobreza alimentaria y al hambre.

La investigación, que lleva por título Injusticia alimentaria 2020-22: Sin control, sin regulación y sin rendir cuentas, muestra el fracaso sistémico de las políticas públicas, las cuales han permitido a un selecto grupo de empresas multinacionales registrar enormes beneficios, enriqueciendo a las personas propietarias y transfiriendo riqueza a su accionariado, que en su mayoría se encuentran en el norte global. Solo en los ejercicios 2020 y 2021, el total de los pagos realizados por las 20 empresas a su accionariado alcanzó la escandalosa cifra de 53.500 millones de dólares. Para poner estos datos en contexto, en diciembre del año pasado, las Naciones Unidas estimaron que en 2023 serían necesarios 51.500 millones de dólares para salvar a 230 millones de las personas más vulnerables del mundo.

Control omnímodo del mercado

Pero ¿cómo pudieron hacerse con esta cantidad de dinero en medio de dos grandes crisis? Poseyendo literalmente el mercado. La concentración del mercado permite a este pequeño, pero desmesuradamente poderoso grupo de empresas tener un control extremadamente desproporcionado, no solo sobre las cadenas de suministro de alimentos en sí, sino sobre la información acerca de esas cadenas de suministro, lo que a su vez les permite una mayor extracción de riqueza en beneficio de sus propietarios y accionariado, aunque en tu detrimento, el mío y el de las demás personas. Los dividendos en efectivo y los programas de recompra de acciones les permitieron repartir una cantidad astronómica de dinero a su accionariado, al tiempo que ampliaban aún más su poder sobre la industria del sector y los Gobiernos.

«estas empresas ocultan información que puede servir para influenciar el precio de los cereales»

Tomemos como ejemplo la industria del cereal: según IPESlas cuatro mayores empresas de ese sector, Archer-Daniels Midland, Bunge, Cargill y Dreyfus, conocidas por las siglas ABCD, “controlan entre el 70 y el 90 % del comercio mundial de cereales, pero no están obligadas a revelar lo que saben sobre los mercados internacionales, incluyendo sus propias existencias de cereal». Esta falta de transparencia significa que estas empresas ocultan información que puede servir para influenciar el precio de los cereales de acuerdo con sus necesidades; ni siquiera los fondos especulativos pueden obtener información salvo directamente de estas empresas. Nuestro informe concluye que, tras la invasión rusa de Ucrania, la opacidad en torno a la verdadera cantidad de cereales almacenada fue uno de los factores que contribuyó al desarrollo de la burbuja especulativa.

 «tras la invasión rusa de Ucrania, la opacidad en torno a la verdadera cantidad de cereales almacenada fue uno de los factores que contribuyó al desarrollo de la burbuja especulativa»

A los Gobiernos y a las personas responsables de las políticas no les queda más remedio que pasar a la acción. Si queremos un mundo sin hambre, algo que se debería haber logrado hace mucho, el cambio estructural de mayor impacto que podemos introducir en el sistema alimentario mundial es trabajar para conseguir la soberanía alimentaria.

Los movimientos por la soberanía alimentaria llevan años trabajando para devolverle la autonomía a quien produce los alimentos, acortando y reforzando las cadenas de suministro para revertir el daño que la agricultura insostenible ha ocasionado a las comunidades, a la naturaleza y a nuestra dieta. Y esto no es solo una ilusión vana. Desde Papúa Nueva Guinea a Brasil, pasando por México y muchos otros países, existen movimientos que promueven un cambio estructural profundo y que trabajan para poner comida en el plato de todas las personas.

Soluciones y medidas

Medidas como la renta básica universal para ayudar a atajar la pobreza y redistribuir la riqueza; gravar los beneficios extraordinarios de las empresas durante las crisis con un impuesto ambicioso sobre los beneficios extraordinarios en todo el sector, impuestos significativos sobre los pagos de dividendos al accionariado adinerado y sobre los ingresos por dividendos, estos son solo algunos ejemplos de los primeros pasos que deben dar los Gobiernos para poner fin a la crisis alimentaria imperante.

Dado que fue uno de los temas principales durante las últimas conferencias de la ONU sobre clima y biodiversidad, la alimentación debe ser considerada un componente clave de los derechos humanos y del cambio climático. Quitarle el poder a ese número limitado de corporaciones para devolverlo a los pequeños agricultores ecológicos es promover activamente la justicia social que necesitamos ver en el mundo actual en el que vivimos, ¡pero también es una forma de afrontar la crisis climática de frente! A nivel diplomático, los Gobiernos pueden beneficiarse de un mayor control sobre la logística y la producción y tomar decisiones intergubernamentales de forma más rápida y eficaz en beneficio de la ciudadanía.

«Es hora de que los alimentos se vean como lo que son: una necesidad humana básica que tiene que estar a disposición de todo el mundo y no otra mercancía más»

Es hora de que los alimentos se vean como lo que son: una necesidad humana básica que tiene que estar a disposición de todo el mundo y no otra mercancía más que se explota y comercia en beneficio de unas pocas familias.

INFORME COMPLETO