Tras dos semanas de agotadoras negociaciones, ha concluido la 29ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con un resultado decepcionante. Especialmente un año en el que en España hemos sufrido las peores consecuencias del cambio climático con el paso de la Dana por Valencia y sus dramáticas consecuencias. El acuerdo de financiación queda muy lejos de las demandas de la sociedad civil.
“Estamos muy decepcionados”
dijo Chandni Raina, una negociadora de India.
“Es una broma. No lo aceptamos”
expresó un delegado de Nigeria.
En la COP29 se esperaba que los países alcanzaran un acuerdo de financiación para que los países del norte global, empezando por Estados unidos y la Unión Europea, que son los que más han contribuido a la crisis climática a lo largo de la historia, aporten fondos para que los países del sur global puedan reforzar su respuesta al cambio climático.
El acuerdo final
Tras dos semanas de negociaciones, la COP29 concluyó con un acuerdo lamentablemente inadecuado sobre un nuevo objetivo anual de financiación climática. El propio acuerdo recuerda que las necesidades son actualmente de 900.000 millones anuales, pero después solo se ha acordado que los países del norte global deben aportar sólo 300.000 millones de dólares, aumentando paulatinamente la aportación y alcanzar esa cifra en 2035. Una oferta ridículamente baja comparado con las necesidades reales actuales.
El acuerdo final también incluye agujeros decepcionantes en los mercados de carbono y poca acción climática, aunque no supone un retroceso en la decisión de la COP28 de abandonar los combustibles fósiles. El resultado final en Bakú eliminó, en el último momento, las frases que incluían el principio de “quien contamina, paga”, lo que desanimó aún más a la sociedad civil y a los países que ya soportan el peso de la crisis climática.
La COP29 fue una oportunidad para acordar un objetivo importante de financiación climática y dar seguimiento a lo prometido en la COP28 y la COP16 sobre Biodiversidad. Pero esto no es lo que ha sucedido exactamente.
Un momento de esperanza
Aún así, no todo está perdido. El resultado final no está a la altura de lo esperado y de lo que se necesita para combatir la crisis climática. Pero el poder popular en Bakú se hizo sentir. A pesar de las estrictas normas y la resistencia a las protestas pacíficas por tercer año consecutivo, la sociedad civil se hizo notar, con protestas creativas, para hacer oír sus demandas y volverá con más fuerza el año que viene. El tiempo del debate ha terminado; ¡lo que ahora se exige son acciones decisivas!
¿Siguientes pasos?
La COP30 regresará el próximo año, en la ciudad amazónica de Belém, Brasil, con grandes expectativas de una renovada acción climática.
Pero la justicia climática solo se logrará cuando haya financiamiento suficiente, y algo más, para las comunidades vulnerables al clima, y no solo distribuido para cubrir pérdidas y daños, sino también para la adaptación y la mitigación. Un futuro con justicia climática significa que se ha puesto fin a la producción y el consumo de carbón, petróleo y gas, se han protegido los bosques y los contaminadores pagan por los daños, la destrucción y las muertes que está causando la crisis climática.
Puede que en Bakú no haya habido justicia climática, pero persistiremos en la lucha por nuestro futuro.
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