Mariana Mazzucato es una de las economistas más influyentes del mundo, según la revista Quartz. Ella ganó muchos premios por su trabajo; es consejera del Partido Laborista del Reino Unido en política económica; “susurra en el oído” de la representante radical del Congreso norteamericano, Alexandria Ocasio-Cortez; aconseja a la candidata demócrata a la presidencia, la senadora Elizabeth Warren; y a la dirigente nacionalista escocesa Nicola Sturgeon [actual primera ministro de Escocia, del Partido Nacional Escocés]. Y escribió dos libros importantes: El Estado Emprendedor (2013) y El Valor de Todo (2018).
Mazzucato es considerada radical, incluso hasta “asustadora” por muchos economistas tradicionales y políticos conservadores. Eso porque ella destacó el importante papel que desempañaron el Estado y los gobiernos en la innovación en tecnología y en el avance de la inversión productiva. La idea de que el Estado sea una fuerza líder en innovación e inversión en actividad productiva es un anatema para las visiones neoliberales de derecha del “libre mercado” de la mayoría de los economistas y políticos tradicionales.
En publicaciones anteriores, destaqué sus importantes percepciones sobre cómo la inversión y el direccionamiento por el gobierno fueron esenciales para el desarrollo de las nuevas tecnologías de la internet, de la web, de Microsoft, Apple, iPhone, etc. El iPhone, por ejemplo, fue desarrollado con fondos públicos y proyectos militares para microprocesadores. Los innovadores eran universidades públicas e institutos de investigación, no capitalistas, emprendedores inteligentes. De hecho, no hay nada de nuevo sobre la financiación del gobierno o del Estado para las innovaciones más importantes en la acumulación capitalista. Los avances tecnológicos hechos durante la Primera y la Segunda Guerras Mundiales usando fondos de ‘defensa’ de los gobiernos fueron enormes: aviones a chorro, radares, telecomunicaciones, construcción de vehículos, etc.
Por lo tanto, no es por casualidad que la caída acentuada de la inversión gubernamental en relación con el PIB en la mayoría de las economías capitalistas avanzadas en el llamado período neoliberal, desde el inicio de la década de 1980 fue acompañada por una desaceleración del crecimiento de la productividad.
La inversión del sector capitalista no consigue una tasa de productividad mayor desde los años 1980, que en el período de mayor inversión gubernamental del período anterior. La caída de la rentabilidad en la década de 1970 en todas las principales economías llevó al corte de inversión del sector estatal en tecnología y en “capital humano”, a fin de reducir los impuestos sobre el capital y mantener los salarios bajos. De hecho, la privatización fue el orden del día. Eso ayudó un poco para la lucratividad en el sector capitalista (junto con crisis sucesivas), pero a costa del crecimiento de la productividad.
Mazzucato deja claro en su segundo libro, El Valor del Todo, que la inversión y la producción del gobierno crean valor, esto es, cosas o servicios de que precisamos, y no solo un costo (necesario). Pero, como comenté en una reseña de ese libro, en términos marxistas, Mazzucato confunde valor con valor de uso. Sí, la inversión del gobierno en escuelas, hospitales, transportes, infraestructura y tecnología crea cosas útiles, pero, bajo el modo capitalista de producción visando la ganancia, no crea valor (plusvalía o lucro). Por el contrario, puede reducir la lucratividad general del sector capitalista. Por lo tanto, hay una contradicción inherente al capitalismo entre más valor de uso y valor.
Lamentablemente, eso no es reconocido en el trabajo de Mazzucato. Como resultado, ella ve que su tarea como economista es mostrar cómo el gobierno puede ayudar a hacer funcionar el capitalismo, haciendo con que los gobiernos creen más “valor”. Para Mazzucato, los gobiernos pueden hacer más “que desempeñar un papel pasivo en la corrección de fallas del mercado” (dudo que pueda incluso hacer eso – MR), sino “adoptar el espíritu emprendedor para direccionar la innovación y el crecimiento económico”. Ella quiere que los gobiernos tengan misiones “para hacer la mierda funcionar. Eso puede sonar asustador para los economistas, pero ellos no precisan preocuparse. Mazzucato no defiende la sustitución del capitalismo por el socialismo; como ella dice: “Yo no creo que esas palabras sean útiles… existen varias maneras diferentes de hacer funcionar el capitalismo. Es este el que yo creo que precisa ser completamente reiniciado en lugar de comenzar a llamar cosas de socialismo”. Aquí, ella se hace eco del abordaje de Elizabeth Warren.
Capitalismo, socialismo… ¿Qué hay en un nombre? Bien, por detrás de un nombre hay una categorización de la estructura de un modo de producción y sus relaciones sociales. Mazzucato quiere que el capitalismo provea más y mejores cosas y servicios para las personas pero sin tocar la propiedad privada de los medios de producción, y hablar de sustituir las empresas capitalistas por la propiedad colectiva, planificación y democracia de los trabajadores sería un error. “Si usted comienza a hablar sobre el socialismo, eso no hará que las empresas hagan algo diferente de lo que están haciendo ahora”. Pero sugerir que las grandes empresas inviertan de forma productiva sin tomar en cuenta el “valor de las acciones”, ¿va a funcionar?
Para Mazzucato, el socialismo es una buena idea, pero no es práctico. “Independientemente de lo que me gustaría ver en un mundo ideal, creo que, para ser realista, tenemos el capitalismo”. El problema que tengo con esa conclusión es que ser “realista” y aceptar que el capitalismo estará aquí en el futuro previsible y, así, intentar hacerlo funcionar mejor, ¡es lo que no es realista! ¿El capitalismo consigue evitar las crisis económicas regulares y recurrentes que cuestan millones de empleos, hogares y medios de subsistencia a cada generación? ¿Las invasiones y exploraciones imperialistas pueden ser evitadas? ¿La extrema desigualdad de riqueza y renta puede ser revertida? ¿El cambio climático y el calentamiento global pueden ser interrumpidos?
¿Algunos de esos horrores pueden ser “realísticamente” removidos haciendo a los gobiernos y multinacionales tener “misiones” para “hacer la mierda funcionar” mientras preservan el sistema capitalista de producción e inversión para obtener lucro privado? Eso es lo que es irreal. Pero, es más seguro hablar sobre salvar el capitalismo de sí mismo o hacerlo funcionar mejor con la ayuda del gobierno que sustituir el capitalismo por el socialismo. Esto último sería realmente asustador para el orden existente.
Notas:
Fuente: Michael Roberts, The world’s scariest economist?, www.thenextrecession.worpress.com, 30/7/2019.-
Artículo original en inglés, traducido al portugués por Marcos Margarido.
Traducción al castellano: Natalia Estrada.
Traducción al castellano: Natalia Estrada.
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