En Huelva, un centenar de activistas de Rebelión por el Clima, del cual Greenpeace forma parte, han protestado frente a la regasificadora de Enagás para gritar alto y claro que los sectores industriales deben ser solidarios con la actual crisis energética reduciendo su consumo de gas.
Activistas de muchas regiones diferentes de España han unido fuerzas con personas que llevan luchando décadas contra este tipo de instalaciones ubicadas en el polo químico, de refinería y de regasificadoras en Huelva, uno de los puntos negros de contaminación de Europa, el cual concentra multitud de empresas que, además de condenar el clima, destrozan el ecosistema, ya de por si frágil, con un amplio historial de vertidos tóxicos que afecta gravemente a la salud de las personas de toda la zona. Estas empresas deben responder a su responsabilidad histórica, reduciendo enormemente su demanda de gas natural, estableciendo planes de transición justa para no dejar a nadie atrás y colaborando en la desescalada de precios del gas y sus consecuencias económicas que hoy impactan a miles de familias.
Es precisamente a las familias más vulnerables a quiénes, además de sufrir las consecuencias de la crisis climática y la escalada de precios, se les pide contención en el gasto energético mientras que las empresas energéticas engrosan sus cuentas de resultados con beneficios "caídos del cielo" y las gran industria usa su poder de influencia para quedarse fuera de las medidas de racionamiento energético. Por esta razón, un centenar de activistas nos hemos movilizado de forma pacífica para denunciar que necesitamos un sistema que no anteponga los beneficios empresariales a las necesidades de las personas o a la preservación de la vida y el clima. ¡lo que hagamos ahora va determinar el presente y el futuro de todas!
El año pasado, el 61% del gas se quemó en instalaciones industriales para producir calor, electricidad o como materia prima. Por eso, los grandes consumidores, y especialmente los industriales, tienen una obligación de reducción de consumo de energía, no tanto las familias que solo la usamos para nuestras tareas del día a día. En este sentido, el anunciado nuevo Perte de Descarbonización de la Industria solo será adecuado a la situación de crisis si plantean un cierre controlado de industria no esencial con un acuerdo justo para los y las trabajadoras, una descarbonización rápida de la industrias indispensables con mejoras en eficiencia de procesos, aislamiento térmico, la eliminación de usos innecesarios y el impulso a sistemas de autoconsumo industrial renovable.
Además, esta semana se ha presentado el Plan Más Seguridad Energética del Gobierno español y, a falta del texto del completo, consideramos que aunque hay medidas de protección a las familias vulnerables, es obvia la influencia de las corporaciones gasistas e industriales en la redacción de dicho plan. El Plan pretende destinar demasiados recursos y esfuerzos, que no tenemos, a nuevos proyectos de gas y la industria altamente consumidora de gas y electricidad.
Denunciamos que el uso del gas natural nos mantiene atadas a un combustible fósil y caro, sino que también es una fuente de injusticia fuera de nuestras fronteras. Por un lado, la extracción de recursos energéticos genera impactos en aquellos pueblos y lugares que, además, ya están sufriendo los peores efectos de la crisis climática pese a no ser responsables de ello. Por otro lado, el gas financia guerras y represión en muchos regímenes poco democráticos como Rusia, Argelia, Qatar o Nigeria. Por último, los altos precios del gas ocasionados por la demanda de la rica europea está haciendo prohibitiva la energía en otros países del Sur Global con menor capacidad económica como Bangladesh o Sri Lanka.
Poco a poco la sociedad va saliendo de la larga pandemia y empezamos a ver de nuevo las garras y los dientes del monstruo que nos ha metido en una crisis climática y social. Este verano en Hamburgo, miles de activistas de Ende Gelände bloquearon las entradas del puerto para mandar un mensaje contra el gas y a favor de por la vida en el planeta:
Hace unos días, más de mil activistas de Código Rojo (CodeRoodrouge) bloquearon la refinería de Total en Bélgica señalando que no hay redención posible de gigantes energéticos como Total que continúan con sus negocios sucios mientras se pintan de verde:
https://twitter.com/coderoodrouge/status/1579001914456698881
Hoy hemos sido las de Rebelión por el Clima. Cada vez somos más. Cada vez podrán menos contra nosotras.
Tras seis horas de exitosa protesta, los jóvenes activistas de Rebelión por el Clima, movimiento del que Greenpeace forma parte, han decidido terminarla con los objetivos cumplidos.
Las grandes energéticas han vendido el gas “natural” como barato, limpio y disponible, pero la realidad ha mostrado que provoca guerras, pobreza energética y crisis climática, igual que el petróleo y el carbón. Por ello, Rebelión por el Clima exige una hoja de ruta para el desmantelamiento progresivo de estas infraestructuras sin dejar a nadie atrás. Así, estos cierres han de ir en paralelo con un adecuado despliegue de energías renovables y ahorro de energía respetuoso con las personas y el planeta. Para el movimiento climático, la continuidad del gas en la producción eléctrica debe frenarse, alcanzando su completa desaparición antes de 2030.
Aquí termina otra batalla, que no la última.
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