“Emergió con fuerza la tercera ola inundando los hospitales de nuevas cepas y malos pronósticos. Tratando de ahogar a los trabajadores sanitarios que pese al cansancio y la impotencia siguen nadando para que todos logremos superarla.
Pero antes de esta ola llegó la esperanza en forma de vacuna. Una vacuna que se está suministrando a diferentes velocidades y que va a suponer el enésimo intento, para algunos, de privatizar algo básico y necesario en estos tiempos. Y con la vacunación, apareció la picaresca. Políticos y altos cargos deciden no esperan y se saltan la lista de vacunación para protegerse del maldito virus. Unos dimiten, otros miran para otro lado esperando a que pase el temporal. Saben que una vez que escampe, no pasará nada.
Y en pleno repunte de contagios y de vacunas inyectadas a quienes no se debía, continúa cayendo la fina lluvia de los ERTEs que lleva ya casi un año entre nosotros y que durará al menos hasta mayo de 2021. Este sirimiri fruto del acuerdo entre Gobierno, patronal y sindicatos seguirá trayendo a las empresas que lo apliquen exoneraciones en sus cuotas de la seguridad social. “¡Qué gran logro de los agentes sociales! ¡continúan los ERTE!” Nos publicitan desde los medios afines tanto a unos como a otros. La cláusula de “Salvaguarda del empleo” también continúa vigente hasta mayo, aunque cada vez hay menos puestos de trabajo por salvar pues un incensante goteo de despidos destruye puestos de trabajo para el bien de algunas empresas.
Entre tanto júbilo y alborozo ¿qué ocurre con los trabajadores que están en ERTE? ¿Existe alguna mejora para ellos? Se nos vende que seguirán cobrando el 70 % de la base reguladora. Que no percibirán el 50% que debían haber comenzado a cobrar a los 180 días de comenzar el ERTE. Ante tanta alegría desbocada leemos la letra pequeña y vemos como desde octubre de 2020 cualquier trabajador que esté en ERTE está consumiendo su propia prestación. Ya no existe el famoso “Contador 0”. Pero como toda regla general tiene su excepción. Esa prestación no se considerará consumida para los trabajadores que hubieran estado en ERTE COVID19 y sean despidos antes del 1 de enero de 2022 y después de 1 octubre de 2026. Ciertamente la parte final de la excepción se la podían haber ahorrado. Porque eso no ocurre por una concesión graciosa del Gobierno sino porque los trabajadores a esa fecha ya habrán generado nueva prestación.
Mientras abro el paraguas, me preguntó ¿Realmente los ERTE están salvando tantos puestos de trabajo? Y me doy cuenta de que es pronto para responderme. Que cuando se acabe esta llovizna veremos si los esfuerzos económicos realizados han servido para que no se destruya empleo o para que algunas empresas obtengan beneficios económicos. Comprobaremos si tras esta lluvia llega un arco iris o un temporal mayor.”
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