Copio estas palabras a Joan Coscubiela del título de un capítulo de uno de sus libros.
Ahora que va a terminar el curso escolar lo voy a llevar al campo de la escuela pública. Ese terreno de la educación que tan fundamental es para la sociedad. Tan fundamental como poco valorado.
El acostumbrarse a un ritmo de vida o a un ritmo de trabajo, dicen los expertos, facilita la economía de medios y aumenta el rendimiento.
Pim pam, pim pam, pim pam. Siempre lo mismo cuando se trata de hacer siempre lo mismo, claro.
Pero, ¿y si el material con el que trabajas o la situación de vida que pretendes encauzar no para quieta y está cambiante? Con esa premisa no vale el pim pam, pim pam.
En la escuela todo cambia a cada momento y los educadores, los maestros, necesitan tener una versatilidad permanente (si pretenden tener éxito).
Por esa razón es tan difícil acertar con el sistema educativo. Tan difícil educar. Claro que depende de lo que pretendas. Si pretendes una escuela conservadora, que “conserve” los estatus, los roles o papeles sociales, que mantenga lo establecido, ahí sí, ahí “pim pam, pim pam”.
Si aceptas que cada jovencito tiene una vida que desarrollar de una forma autónoma, que no le sirve ningún molde anterior, la escuela tiene que quebrarse la cabeza para conseguirlo. Tiene que crear. Se le exige que proporcione a cada uno las herramientas que ayuden a vivir de manera autónoma.
Esta época de pandemia ha roto más esquemas de los habituales en la escuela. Ha obligado, inevitablemente, a sortear los inconvenientes. Los equipos de maestros han tenido que crear un ambiente nuevo. Han tenido que aprender a relacionarse de otra manera con sus alumnos. Hasta han tenido que prescindir de la proximidad. Difícil esto para educar.
Los equipos directivos han tenido que “imaginar” para resolver las situaciones, a veces de urgencia, que se les presentaban con algunas indicaciones llegadas desde la administración.
Han tenido que “imaginar para construir”. Y lo han hecho bien, muy bien con mucho esfuerzo.
¡Qué bueno sería si esta situación sirviese de aprendizaje no solo a la escuela! Sin la escuela, sin la escuela pública, niveladora social, dejémonos de tonterías, NO SOMOS NADA. A no ser que queramos seguir siendo lo que éramos.
Más medios, menos numerosos los grupos, más y mejor apoyo social, más profundo reconocimiento por parte de la administración educativa.
Sencillamente porque ellos, también, han sido unos héroes en estas circunstancias. Han cuidado con sus mejores herramientas imaginadas de nuestros pequeños. Han cuidado del verdadero “capital” de nuestros pueblos, de nuestras familias.
Esta vez no vamos a aplaudirles, vamos a reconocerles su valor. A los maestros.
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